Se quemo el 30% de su cuerpo, y encontro en una campaña de tatuajes, una forma de sanación

Hace 10 años, Lali Juárez se prendía fuego mientras se preparaba el desayuno. Creía que su vida había acabado, pero sus tatuajes la ayudaron a volver a sonreír.
miércoles, 29 de julio de 2020 · 11:30

La mayoría de las personas logran transitar el camino de la vida entre alegrías y tristezas como si fuera una montaña rusa, donde las sensaciones aumentan y disminuyen según los momentos en los que suceden. La historia de Lali Juárez, era similar a la de cualquier adolescente de 18 años, hasta que su vida se topó con un accidente doméstico. Una mañana de febrero de 2010, mientras se hacía el desayuno, se prendió fuego accidentalmente.

“Me levanté y fui a la cocina a hacerme un té, como todas las mañanas. Tenía puesto un camisón de tiritas y, como estaba fresco, me puse un saco encima, de esos de entrecasa, puro nylon. Fue un segundo: prendí la hornalla y al instante siguiente estaba corriendo por el patio, gritando, con el saco todavía puesto y prendida fuego”, comentó la joven.

Tenía el 30% del cuerpo afectado, gran parte con quemaduras de tercer grado, es decir, las que afectan las capas más profundas de la piel. Estuvo un mes en terapia intensiva, aislada para evitar infecciones. Entró al quirófano 33 veces, todas con anestesia general, todas las que hicieron falta para extraerle parches de piel sana y trasplantarlos a las zonas quemadas. Cuando salió de terapia, pasó dos meses más internada en sala común.

“Muchas veces me preguntaron: ‘Si pudieras volver el tiempo atrás, ¿te gustaría volver a ser la que eras antes del accidente?‘. Durante años mi respuesta fue sí, obviamente. Yo iba al secundario cuando me prendí fuego y pasar de ser una de las ‘divinas’ a verme como un monstruo fue terrible. Pero ahora, una década después, puedo decir que no, ya no deseo volver el tiempo atrás. No pienses que estoy loca, es que yo era una tarada, era muy superficial, y el accidente me hizo aprender mucho”.

Lali pasó mucho tiempo tratando de esconder las cicatrices en su cuerpo, y una mañana desayunando junto a su mamá y un amiga, observaron casi sin querer una foto de Candelaria Tinelli, hija del conductor, y en ese momento las 3 con miradas cómplices sabían que los tatuajes serían una solución a tantos años de angustia.

En la búsqueda de quien sería el responsable de dibujar la piel de Lali, encontraron una campaña llamada “tatuajes sanadores”, un proyecto del estudio Mandinga Tattoo a través del cual tatúan a personas que sufrieron accidentes, quemaduras graves e incluso a mujeres sobrevivientes de cáncer de mamas que perdieron sus pezones en mastectomías.

“Mis cicatrices siguen estando. El tatuaje no es una forma de ocultarlas sino de embellecerlas. Las cicatrices son el recordatorio de ‘esto sí pasó’ y creo que fue algo bueno, porque de no ser por mi accidente nunca hubiera sido la persona que soy ahora”.

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