Todo por $1, $2 y $10: su kiosco cumplió 10 años y lo festejó vendiendo a precios de 2012

En una propuesta increíble, un comerciante de Almagro decidió volver el tiempo atrás con motivo de de agradecimiento a todos lo que lo acompañaron. Mirá.
lunes, 6 de junio de 2022 · 14:27

Aníbal Páez es el dueño de un kiosco ubicado en Almagro y decidió celebrar el décimo aniversario de su comercio con una idea increíble e insólita para los tiempos que corren. El festejo fue más allá y se basó pura y exclusivamente en el golpeado bolsillo del cliente.

Con motivo de los festejos por los diez años de vida de su local, el hombre puso precios insuperables que despertaron automáticamente el asombro de los vecinos.

Chupetines a $1, alfajores triples a $2 y botellas de gaseosas de medio litro a $10. Sí, precios reales y a la vista.

Según precisó el comerciante, la promoción iba a durar hasta las 16 horas, pero pasado el mediodía se quedaron sin stock. En total, durante cuatro horas se ofrecieron productos casi regalados, lo que dejó en evidencia cómo la inflación impactó en la Argentina durante la última década. “Para que vean nuestros dirigentes cómo se perdió poder adquisitivo y nunca se pudo parar la inflación”, twitteó el comerciante, cuando publicó la oferta que rigió durante este jueves.

Algunos contrastes con los precios actuales. Un chupetín Pico Dulce en 2012 costaba $1, mientras que hoy se vende a $30. Un incremento del 3000%. Los Corazoncitos Dorin’s valían $1, frente a los $40 actuales. Una escalada del 4000%. También los alfajores Guaymallen costaban $1, mientras que hoy se venden uno por $40 y tres por $100.

Más ejemplos. Con precios que suenan irrisorios, ayer se ofrecieron pastillas DRF, turrones y superpanchos a $1. En comparación, hoy valen $30 los dos primeros (3000%) y $150 el pancho (15000%). El alfajor triple de una segunda marca costaba $2 en 2012, y $60 en 2022 (3000%). Los valores más elevados fueron para la Coca-Cola y la Pepsi de 500 ml, ambas a diez pesos; actualmente tienen un precio de $150 y $130, respectivamente.

Fue un gesto de agradecimiento a los diez años que estuvimos luchando, a los clientes, amigos y proveedores que siempre nos acompañaron. La idea surgió el domingo y se nos fue de la mano, al mediodía ya teníamos una cuadra de cola y no nos quedó nada más. Incluso pasó que no había monedas, entonces la gente se fue sin pagar ni un peso, quedamos en que me lo traen después. O me pagaban con $100 un alfajor y no tenía para darles cambio”, aportó el comerciante a La Nación.

En un contexto de inflación creciente, Páez es testigo de cómo día a día los precios aumentan. Este viernes ya recibió dos mensajes de distintos fabricantes para comunicarles subas que llegan a ser de un 9%. Según afirma, todas las semanas recibe entres dos o tres de proveedores que tienen que remarcar el precio de los productos.

“Hice este festejo porque así lo ameritaba. Tuve 19 asaltos, dos inundaciones, dos clausuras, una caída de techo. Y a remarla. Después nos tocó la pandemia, que fue la peor parte porque estaba todo cerrado. Tapiamos la entrada, lo de atrás no lo podíamos vender y las cosas se me vencían, me atrasé con los pagos. El dueño del local entendió la situación y eso me permitió seguir subsistiendo, pero en el mes solo podía pagar los sueldos y la luz. Ahora, tratando de acomodarme, con todo lo quedó atrás”, cerró.

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