Editorial

Contrastes de la Argentina pandémica: desastres naturales e institucionales

La historia de un momento apocalíptico que tiene sentido en el país del fin del mundo.
domingo, 4 de octubre de 2020 · 22:30

En 1555, y a unos cuantos kilómetros de nuestro país, se publicó por primera vez el libro Les Propheties, una colección de 942 textos poéticos que predecían eventos futuros. Su autor, Michel de Nôtre-Dame, también llamado Nostradame y latinizado como Nostradamus, fue un médico francés y supuesto adivino que de entre muchas otras cosas predijo esta pandemia. Con el diario del lunes, habría que reflexionar si este señor verdaderamente fue un adelantado o simplemente la “vio venir”. Lo cierto es que Michel narró en sus profecías catástrofes naturales tales como epidemias, terremotos, inundaciones, sequías y otros desastres atribuidos al impacto de los humanos ( a quienes adjudicó también asesinatos, guerras, y batallas innecesarias).

465 años después, a nuestro país le llegaron parte de aquellos vaticinios e incluso potenciaron otros males que Michel jamás imaginó. La Argentina del 2020 va teniendo hasta la fecha una epidemia (Dengue), una pandemia (COVID-19), sequías en todo el país e incendios dantescos que ya afectaron a 14 provincias. Como si todo esto fuera poco, a los desastres naturales hay que sumarles los desastres institucionales cuyo origen (o autor) todavía se desconoce. A esta altura del año, y siguiendo con la tónica del tema, lo cierto es que Argentina sigue siendo un país predecible al que siempre vuelve el mismo elefante a orinar. 

A casi 200 días de cuarentena, inevitablemente cambiaron muchas cosas y otras (que deberían haberse modificado) siguen igual. Pero en esto de hablar con datos, si de algo sirvió este tiempo, aparte de quedarse mucho tiempo en casa, es para prestar atención a los contrastes. El último, y quizá más significativo, linkea dos títulos noticiosos que se conocieron la semana pasada. Por un lado INDEC anunció que la línea de pobreza alcanzó al 40.9% de los argentinos, es decir que 4 de cada 10 habitantes del país es pobre, mientras que por el otro, la Oficina Anticorrupción difundió el patrimonio de los funcionarios argentinos y entre Cristina y Máximo Kirchner la suma supera los 300 millones de pesos. 

La desigualdad, ese slogan que les gusta abrazar a muchos pero que en la práctica pocos se preocupan por acortar, es algo que Nostradamus nunca imaginó. En su libro tampoco hay un apartado sobre corrupción, un cáncer que en nuestro país se podrían escribir varios volúmenes ya que es un mal instalado desde hace años y con muchos especialistas en el tema. Pero siguiendo con aquellos herreros cuya colección de cuchillos son de madera, el contraste en Argentina también se hace lugar en el poder legislativo. La presidenta del senado, y vice de la nación, mujer ultra defensora de la democracia, removió hace dos semanas a tres de los jueces que la investigaban por corrupción. Lo peor de esto es que al día siguiente Alberto Fernandez, la respaldó firmando un decreto para desplazar a los magistrados. Finalmente quien decidirá será la Corte Suprema.

Pero antes de finalizar con Michel de Nôtre-Dame, que a esta altura me enoja que no se haya referido a corralitos, buitres, cepos y dólares blues, uno de los contrastes de esta Argentina pandémica tiene un capítulo en la parte económica. El país, que es una especie de gestión política ficcionada del mundo del revés, hace pocas semanas recibió la noticia por parte del Banco Central de la República Argentina que habría restricciones para comprar dólares. Básicamente, ante el crecimiento exponencial de compradores de divisa extranjera (cuyo cupo mensual era 200 dólares), el organismo se vio en la necesidad de fijar medidas para desalentar esas transacciones y cargó un 35% más de impuestos (ya había un 30% previo). Sin embargo, se conoció que una buena parte de la “clase” política, lejos de predicar con el ejemplo, tiene sus ahorros en dólares. Resumiendo, los que nos dijeron que los dólares son para producir y no para ahorrar atesoran en esa moneda (el que más tiene la suma asciende a más del millón y el que menos tiene, posee casi 6000 mil dólares). 

Para el final, un mix de desastres y lo más cerca nos deja del apocalipsis: los incendios. El fuego en Argentina afectó en lo que va del año a 14 provincias y consumió más de 400.000 hectáreas. No solo es el peor desastre ambiental en décadas, sino que como lo dijo Michel hace más de 400 años atrás y pronunció el Servicio Nacional de Manejo del Fuego hace días, el 95% de los incendios "son producidos por intervenciones humanas". Pero acá, la responsabilidad es compartida y lamentablemente los contrastes vuelven a aparecer. No podemos seguir permitiendo que funcionarios tibios con sueldos abultados se la pasen haciendo videos eróticos en zoom y que brigadistas y bomberos sean los que siempre apagan el fuego de manera “voluntaria”.

Necesitamos que las “intervenciones humanas” sean benévolas y comprometidas. Necesitamos que los legisladores utilicen el congreso para sancionar leyes considerando prioritario el cambio climático y no en pos de cuestiones personales. Necesitamos que se les termine el negocio a los que queman y que se castigue a quienes estén detrás. Necesitamos que se deje de deforestar el norte argentino para urbanización privada. Necesitamos que deje de haber cómplices que atenten contra la sustentabilidad. Necesitamos que la Ley de humedales sea reglamentada. Necesitamos políticas públicas que no sean deficitarias. Necesitamos saber que la única manera de involucrarnos es tomar medidas urgentes y no ser adivinos. De lo contrario el costo que pagaremos será mucho más alto. 

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